noviembre21 , 2024

    La otra cara: «Sin mi candidatura, no habrá elecciones libres» Por José Luis Farías

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    La política radical, cual montaña rusa de emociones, se precipitó hacia el cielo con el vertiginoso coro: «y va a caer y va caer, este Gobierno va a caer» de altas expectativas, que voceado en las marchas desata, aun todavía, un vértigo colectivo. Este viaje, marcado por sacrificios monumentales, se revela en las listas interminables de heridos, muertos, perseguidos, detenidos, exilados y migrantes, cual tragos amargos de una poción radical infructuosamente ejercida para detener la barbarie. El 11 de abril, la huelga petrolera, los militares en Plaza Altamira, son las primeras estaciones en el trayecto, cada una cargada con la gravedad de sus consecuencias. Como una ruleta rusa política, las abstenciones, especialmente la de 2005 y 2018, las operaciones como piezas de ajedrez en un tablero volátil.


    Pero cuando esta vorágine radical colisiona con la dura realidad, la caída es un eco de las alturas alcanzadas, una despedida abrupta de las quimeras construidas. El recuerdo de promesas incumplidas, como el anuncio de seis meses para destituir a Maduro en 2016, o la estrategia de «La Salida» en 2014 y 2017, se convierte en un testamento de errores acumulados. Las fechas resonantes, como del golpe de Estado del 30 de abril de 2019 o la Operación Gedeón, quedan grabadas como cicatrices en la piel de la política radical sin que nadie reconozca su paternidad.


    En este juego arriesgado, donde la emoción y la ambición tejen un laberinto de ilusiones, se revela la naturaleza impredecible del vaivén de la política. La realidad, implacable, desvela la fragilidad de las expectativas, llevando consigo el eco de una caída estrepitosa. Es un vaivén de emociones, un espectáculo en el que la política radical se convierte en una danza vertiginosa entre las alturas efímeras y los abismos insondables.

    Tras el atropello de los bárbaros contra la señora Machado, era inevitable que su voz resonara como un eco firme y corajudo, exigiendo la anulación de su injusta e inconstitucional inhabilitación política. Como un faro en la tormenta, sus seguidores y nuevos acólitos han repetido el mantra de que no puede declinar ante el primer ladrido del Gobierno., que debe proteger su capital político, evitar que el optimismo que se alzó el 22 de octubre de 2023 se desinfle, y es imperativo preservar la moral de su gente.


    Sin embargo, también era previsible que el garrotazo autoritario caería en cualquier momento, como una sombra amenazante que se cierne sobre la escena política. Por más alto que eleve su grito de justicia, el gobierno está decidido a mantener ese yugo opresor. La fortaleza del liderazgo y el respaldo nacional e internacional, aunque fuertes, seràn contrarrestados por la tenacidad de la inhabilitación.


    En este escenario, la persistencia de la inhabilitación demandará una respuesta política que, como una partida de ajedrez, incremente las probabilidades de un cambio en 2024. Un cambio necesario para reinstitucionalizar la República Democrática Liberal, reconstruir el país y rescatar la modernidad perdida durante estos veinticinco años de barbarie comunista. Es una lucha en la que cada movimiento estratégico busca desatar los nudos que atan la esperanza a la realidad política, tejidos en la tela de la resistencia y la búsqueda incansable de justicia.


    En el complicado tablero de la política, el derecho a confrontar el atropello se despliega como un juego de ajedrez, donde cada movimiento estratégico lleva consigo la carga de la lucha. Sin embargo, este derecho no aconseja la ligereza que desnuda el fondo radical de la contienda. Además de insinuar el intervencionismo extranjero de sanciones y más allá de ellas, enarbola la arrogancia personalista al proclamar: «Sin mi candidatura, no habrá elecciones libres». Un grito que resuena como un «sin mí, no hay vida», sugiriendo una dependencia que trasciende la esfera política. La vanidad es el aliado preferido del Diablo. Tanta arrogancia nos lleva al abismo. Cómo dice mi compadre Carlos Texeira: “la humildad no produce jaqueca”.


    En este escenario, es vital reconocer que en Venezuela no ha habido elecciones libres desde la instauración del régimen autoritario. Cierto, la lucha por elecciones genuinamente libres es una causa justa, pero la garantía de tal libertad no reposa exclusivamente en una candidatura individual, incluso si es liderada por la señora Machado. La frase en cuestión desvirtúa el fondo de la aspiración política colectiva, que es liberarse del nefasto y corrupto gobierno de Maduro.


    Algunos acólitos, en el feo papel de hábiles intérpretes, intentan justificar la frase, defendiendo a capa y espada como justo lo dicho y otros diciendo que la pusieron fuera de contexto dejando ver que ella no dijo lo que dijo. El aguacero es torrencial y “cuando está lloviendo cualquiera resbala y cae”. No obstante, resulta evidente que esta afirmación se convierte en un axioma repetido de la señora Machado, negando cualquier posibilidad de sustitución de su candidatura y proclamando: «No está planteada la sustitución de mi candidatura». Esta postura, sin titubear, sugiere que sin ella, la opción de cambio desaparece. Uuuuffff cuanta soberbia.


    En este momento crítico, es imperativo que la señora Machado reflexione sobre el radicalismo personalista que subyace en estas palabras. La política no puede reducirse a una sola figura, y las expresiones lacerantes e intimidatorias, como aquella que descalifica al candidato sustituto como «el plan de los que no quieren cambio», no contribuyen a construir puentes de entendimiento. La invitación a la reflexión es un eco que resuena en el intento de colaborar, aunque se encuentre bajo el velo de la satanización. Es tiempo de destilar el radicalismo, replantear estrategias y reconocer que el cambio genuino en Venezuela va más allá de una sola figura política. Por el camino que vamos la política radical de “hasta el final” nos va a meter en un calle sin salida, otra vez. Al radicalismo y al Gobierno les digo: con el voto no ofendo ni temo, necesitamos un candidato. Con María Corina o sin ella debemos seguir adelante para sacar a la rosca que nos gobierna con hambre, represión y corrupción.

    @fariasjoseluis

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