El sábado, todo el país entró en llanto cuando el toletero de los Filis de Filadelfia Trea Turner la sacó de jonrón en el octavo ining con 3 hombres en base y, un juego que parecía una victoria histórica para los venezolanos, terminó en una desoladora derrota 9 a 7.
¿Quién tuvo la culpa de la derrota? El lanzador Jose Quijada que llenó las bases sin outs, Silvino Bracho que permitió el vuela cercas con un lanzamiento por el centro de la goma a Turner o el Manager Omar López que no sacó a Quijada a tiempo?
Eso poco importa. El dolor de haber perdido un juego, que se podía haber ganado, no lo borra ningún debate sobre lo que debió o no hacer el Manager del equipo.
El sábado estábamos contra el suelo pero, hoy la reflexión es otra. En el balance, lo hicimos bien y eso satisface. En un cuadro de crisis tan deprimente como el que vivimos, la actuación de nuestro equipo de béisbol en la Serie Mundial nos hace sentir orgullosos de ser venezolanos.
Cansados del conflicto
Lo emocionalidad es clave de la vida. Reconocer qué nos hace reír o lo que nos duele, refleja el grado de madurez, cuánto nos conocemos o hemos avanzado. Los sentimientos son la base de las tendencias de opinión que mueven al país. Su lectura es más que obligatoria.
Saber cómo andamos, en actitud de venganza o de indiferencia, ese conocimiento sobre nuestra emocionalidad es lo que nos puede ayudar acercarnos a comprender lo que podría ocurrir en las elecciones del 2024 y alterarlo. Igual sirven para seguir en lo mismo. El candidato que mejor interprete nuestro emocionalidad será el que más probabilidades tendrá de obtener la victoria en tan importante y decisiva elección.
En una conversación el pasado fin de semana con dos encuestadores amigos, intentamos hacer un resumen, desmenuzar lo que dicen las encuestas, los focus Group y demás mediciones sobre el estado anímico del venezolano. Hicimos unos cruces, intentamos importantes acercamientos y este es el resultado.
Tristes pero, optimistas.
El estudio de la Escuela de Sicología de la UCAB trae interesantes observaciones sobre nuestra emocionalidad. Hay tristeza por la gente que murió en la pandemia, dolor por los familiares y amigos que se fueron al extranjero y un enorme hastío hacia la queja, la actitud negativa y el pesimismo que genera la continuidad de la crisis.
Más del 70% de los venezolanos quiere salir de la polarización y del Ping Pong permanente en que viven metidos gobierno y oposición. Esa peleadera solo nos ha traído desgracias y malas noticias. Estamos como estamos por la confrontación.
La culpa de todos los males que mantienen al país en retroceso y sin brújula, la tienen los políticos. Cuando se le pregunta a la gente si creen que en el 2024 va a haber un cambio de gobierno o algo parecido, apenas el 10% cree en esa posibilidad. Se repite una y otra vez el mismo esquema, la manera de hacer política y eso ya no emociona a nadie.
Sobreviviendo
Sin embargo, en el estudio de la UCAB, se registra una tendencia en crecimiento hacia el optimismo. Hay en las demás investigaciones un registro muy parecido. La mayoría sostiene qué hay que luchar, que no hay que dejarse fregar por nadie. Sobrevivir es la consigna más importante frente a la crisis
Todas las investigaciones coinciden. La preocupación que causa mayor angustia es la economía, la platica que es difícil de obtener y por la que hay que trabajar muchísimo. Este es problema que genera mayor estrés.
Según los encuestadores, el venezolano confía en su entorno. En la familia más que nadie. En los vecinos, en los amigos que ayudan y ayudamos cuando las cosas se ponen feas.
La desconfianza es hacia el gobierno y las organizaciones políticas. Hacia el liderazgo que luce insensible, calculador y frío frente al drama cotidiano de los que menos tienen. No hay mucho aprecio hacia los políticos de oficios que no se conmueven, por nada y solo buscan su propio beneficio.
Solo Dios salva
Los venezolanos han incrementado su fe religiosa. Creen con fervor y le piden a Dios que les de fuerza para salir adelante. Ha crecido la solidaridad y reivindicado el sentido del perdón. La iglesia es la institución más respetada.
Una cifra cercana al 30% muestra algún interés en la política. El 70% anda pendiente de conseguir los recursos para pagar lo básico; agua, gas, comida y divertirse de vez en cuando.
En los focus group aparece, cuando se habla de los candidatos, de la necesidad de un político que sepa de economía y no al revés. De un líder que venga de abajo, que haya sufrido en carne propia la pobreza y se conmueva frente a quienes todavía la sufren.
Sin embargo, todo lo que suene a números, a economía atrae la simpatía de la gente. La medida más popular del gobierno fue la devolución del Sambil.
El centro está lleno de chavismo
El 70% reclama un liderazgo diferente. Este enorme segmento está integrado por los más pobres, por los sectores D y E de la población. Es una especie de centro político donde los independientes son amplía mayoría. Los militantes y sus partidos son un grupito muy chiquito que, cuando mucho, alcanza el 15%.
Este centro está integrado por gente que proviene más del chavismo que por opositores. La relación es de un 50 a 20. Hay un sentimiento de insatisfacción hacia el gobierno pero, un cierto respeto hacia los valores que contenía el discurso de Chávez y eso es algo que debe ser tomado en cuenta en cualquier análisis.
Para entender la importancia de este dato obsérvemos lo ocurrido en el Zulia en las dos ultimas elecciones para elegir gobernador.
En la primera, cuando Juan Pablo Guanipa abandono el cargo, Omar Prieto saco alrededor de 750 mil votos y Manuel Rosales 500 mil. En el 2021, Rosales mantuvo su votación y Prieto disminuyó la suya a 250 mil electores. ¿A dónde fueron a parar los 400 mil que dejaron de votar por el oficialismo?
Este público votaba antes por AD o Copei y a partir de 1998 comenzaron a hacerlo por Chávez. Ahora andan buscando otra cosa. Este grupo es el gran elector para el 2024. Gente adulta, donde las mujeres tienen mayor optimismo y los hombres, al contrario, se declaran en camino de la frustración.
La transición: palabra hueca
En los sectores D y E hay muy poco interés en la primaria o en el consenso. Nada que ver con el discurso de la transición. Eso es algo que no se comprende, un discurso de élites o de políticos. Pareciera que en este sector está claro que el chavismo no va a desaparecer mañana ni pasado al igual que la oposición. Son dos realidades que tienen, que están obligadas a convivir. El líder más rechazado es Guaidó.
Hay que entender que el rechazo a los políticos no significa que los venezolanos no quieran saber nada de política. Es el discurso tradicional el que tiene límites. Solo emociona al 15% que insiste en la figura de un nuevo vengador pero, esta vez que pertenezca a la oposición. María Corina es dueña absoluta de este sector y de algo más. Su mayor atributo es la fuerza.
Pero, la necesidad es hacia una nueva narrativa que tenga una lógica diferente a los extremos. Una racionalidad fácil de comprender y que a la vez genere mucha emoción.
La oposición democrática debería buscar estos nuevos públicos. Capriles y Rosales están obligados a ello. El Conde de el Guácharo tiene mucho respaldo en los sectores D y E pero, este segmento no vota en las primarias.
Hay un dato que merece particular observación y que pasamos a detallar. En diciembre, el 70% se manifestaba en contra de las sanciones. Hoy, con el freno en la actividad económica en lo que va de año, 35% señala que el gobierno no hace lo necesario para detener la inflación. Maduro ha caído varios puntos.
Puede que los últimos acontecimientos tengan que ver con esa sensación de cámara lenta que siente el país y con la urgencia de medidas económicas urgentes por parte del gobierno. El robo de 3 mil millones de dólares en PDVSA, las detenciones, la renuncia de Tareck El Aissami y demás demás hechos, puede que se relación con este giro en la opinión pública.
Corruptos somos todos
No fue una comisión de diputados, algún periodista o un medio, el que dio la primicia sobre el gigantesco desfalco en la industria petrolera. Tampoco un informe de la Contraloria o de algún otro organismo similar, el que hace público la noticia. Es el propio gobierno, quien a punta de detenciones, da a conocer lo ocurrido.
No hay información oficial concreta acerca de lo qué pasó. Solo apareció Maduro y en medio de la movilización de la Policía Anticorrupción y su enojo, informó al país sobre lo que estaba pasando.
El Presidente señaló que unos funcionarios inescrupulosos habían traicionado la revolución y al pueblo al robarse el dinero de PDVSA que estaba destinado a la gente.
Diosdado y Freddy Bernal venían advirtiendo sobre el lujo, las camionetas caras y el estilo de vida de ciertos dirigentes revolucionarios que, en mayor descaro, exhibían riqueza sin pararle absolutamente nada al drama en que se encuentran la mayoría de los venezolanos.
Son varios casos los que salen a la opinión pública de manera simultánea. Pareciera una especie de estrategia para enfrentar, en actitud ofensiva, la corruptela en la industria petrolera y sus demoledoras consecuencias.
Hay un juez que suelta, a punta de matraca, a un poderoso delincuente. Un alcalde vinculado a un grupo de pranes y un diputado metido en todos los guisos y negocios turbios.
Reaparece Monomeros
La puesta es escena viene con un desarrollo en el cual el volumen va ascendiendo. 19 presos de un sólo trancazo y luego un emparejamiento donde la oposición también lleva lo suyo. El caso de Monómeros, el desfalco del Interinato y la corrupción en la oposición reaparecen.
El propio Presidente Maduro señala que Guaidó debería estar preso y Jorge Rodríguez deja ver que los alcaldes que entregaron los permisos de construcción en las Mercedes también tienen sus manos metidas en el asunto.
En la redes hay una cacería de brujas llenas de Fake New y de escenarios complicados o poco probables. Opositores que atacan al G4 al igual que al gobierno y viceversa. Una purga llena de cuentas pendientes donde, a medida que corren más y más rumores, no hay cárcel para tanta gente.
La posibilidad de mas detenciones debe estar amargándole el sueño a dirigentes del gobierno y de la oposición. Dios quiera y se tomen medidas ejemplares.
El paradero de estos escándalos habrá que verlo más tarde. Por lo pronto el gobierno vuelve a demostrar que en eso de hacer política sabe más, un rato largo, que sus adversarios del mundo opositor. Alguno de los 40 y tanto candidatos debería señalar, poner el acento en como la corrupción afecta a los más pobres y así marcar la diferencia.
¿Que sienten los venezolanos frente a lo que está ocurriendo? Lo más probable es que sea una sensación de dolor, de hastío, porque otra vez, perdimos todos.