Una raya más para un tigre. Eso fue lo que ocurrió en Colombia. Volvimos a retrasar lo imprescindible. No hubo acuerdo y hacía falta. Perdimos una gran oportunidad para darle la vuelta al estancamiento de las negociaciones y comenzar a salir de tanta crisis.
Nos va a agarrar la campaña electoral norteamericana y en ese escenario no hay ninguna posibilidad de replantear un esquema diferente en las relaciones con los americanos, de salir de las sanciones.
A Venezuela han venido a ayudar, a darle racionalidad a nuestro conflicto interno: el Vaticano, La OEA, el Centro Cárter, la Unión Europea, los noruegos y pare de contar. Todos han salido con las tablas en la cabeza y no ha sido su culpa.
Mientras el gobierno y la oposición se vean como enemigos irreconciliables, cuál perros y gatos, no hay lógica que valga. Esa manera de ver la negociación como un cambalache, es de terror.
Negociar es algo más que un intercambio de presos o de posiciones. Sí los factores en pugna no reconocen sus diferencias, cualquier cosa se vuelve un obstáculo insalvable. No se trata de un juego de domino, de sentarse a esperar, a ver a quien atrapan con la cochina.
La responsabilidad de tanto fracaso es del gobierno y de los americanos que montados en la geopolítica petrolera dejan a un lado al empobrecido pueblo venezolano y a sus urgencias.
Los venezolanos no sómos los protagonistas de las negociaciones. En el pragmatismo de ambos bandos funciona una especie de mentalidad de trueque muy primitiva. Tú me liberas unos presos y yo te respondo igual. El trato es de enemigos, cual guerra, donde ceder es conceder ventaja.
Cuál cangrejos, se avanza y se retrocede. El problema de fondo escapa a la política criolla. Se trata de un juego complejo donde el petróleo es un factor clave.
El gobierno sostiene que los Americanos urgen del suministro que les proporcionaba Venezuela y los americanos sostiene que Maduro no tiene vida, que su gobierno depende de que le levanten las sanciones.
Es la geopolítica. La guerra rusa con Ucrania. La pugna por los mercados. Un tablero global donde los intereses más oscuros tienen metidas sus manos Donde chinos, rusos, americanos y muchos otros actores intervienen, cada cual pensando en lo suyo, en sus propios intereses.
El turno de Petro
No era mala la idea de Petro de negociar el caso venezolano dentro de un esquema latinoamericano. En un contexto moderno, civilizado y no de patio trasero.
Ver a Latinoamérica como un todo es acertado. La relación de nuestros países con los Americanos debe madurar. Hay que superar aquellos tiempos difíciles cuando se intervenía en la política interna de nuestros países a punta de intrigas y conspiraciones. Hoy es posible una relación de respeto tal y como lo ha venido sostenido el Presidente Mexicano Manuel López Obrador.
Pero a Petro se le apareció la realidad. No solo Venezuela vive bajo un esquema de polarización. Su propio país y el resto del continente andan igual.
En el planeta la tendencia dominante es a la simplificación, a la negación de la diversidad. La vieja confrontación entre la derecha y la izquierda, la guerra fría, no ha muerto, mutó y ahora goza de buena salud.
En Colombia se insistió en cambiar sanciones por mejores condiciones electorales. Eso nada tiene de nuevo. Más bien hay un cierto retroceso, una nueva alcabala, cuando el gobierno incorpora la solicitud de que se detenga la investigación de la Corte Penal Internacional dentro de sus habituales peticiones.
Luego, se anunció que a la reunión se iba a invitar a toda la oposición y solo apareció el G4. La declaración de Gerardo Blyde deja ver que este sector podría volver a la abstención si no se regresa al esquema establecido en México. Está más que claro que a Maduro no le interesa hablar con los payasos sino con el dueño del circo.
También hay que reconocer que la capacidad de entendimiento que se pudiera generar entre Biden y Petro genera cierta esperanza. Puede que ese puente funcione mejor que la relación enrarecida entre el gobierno y la Plataforma Unitaria, que luce agotada y falsa.
La soledad de Guaidó
La entrada de Juan Guaidó y su guión en la reunión de Colombia no ayudó en nada. Ya había declarado que el escenario era Mexico y no Bogotá. Luego, se aparece en medio de las conversaciones y su presencia provocó una complicación más a las muchas que ya existían. Termina acompañado por agentes de los organismos de seguridad norteamericanos rumbo a Florida.
La imagen del otrora Presidente Interino, solo en el aeropuerto de Miami es conmovedora. Provocó que sus antiguos aliados del G4, los mismos que lo defenestraron, se solidarizaran con él como si no hubiera pasado nada. Guaidó, envalentonado con tanto afecto, terminó responsabilizando al Canciller Leyva de su desgracia.
Pero, el cuento es que su salida del país pudiera ser parte de un guión. Se dice que tiene que ver con las encuestas. Guaidó aparece como el líder de mayor rechazo. Tanto que su partido entró en un proceso de crisis. Muchos de sus cuadros aparecieron por todo el país respaldando la candidatura de Benjamin Rausseo.
Para evitar mayores daños, su posible encarcelamiento, se diseñó su huida a Miami. Casi que a la par del episodio apareció en la escena la candidatura de Freddy Superlano a las primarias por VP. Esta tesis me fue narrada por varios dirigentes de la organización.
Ahora, el tema no es si Petro lo corrió de Colombia o si fue una jugada que el gobierno y los americanos sabían de antemano. La pregunta clave es por qué Guaidó perdió los más de 60 puntos que tenía en las encuestas y terminó tan solito.
Errores que delatan
Los errores en política siempre se pagan. No se pueden esconder. Tarde o temprano aparecen y según dicen se pagan el doble. El plan, “el Mantra” no le funcionó al Interinato. El golpe de Estado que venía detrás del episodio en el distribuidor Altamira no se dio, como tampoco ninguno de los otros inventos que se pusieron en práctica para sacar a Maduro del poder.
La Operación Gedeón fue una gran torta al igual que los llamados para que la intervención de los Marines acabara con la “dictadura”. Salió Trump de la Casa Blanca y Maduro sigue en Miraflores.
Salto al vacío
Lo que falló fue la política. Desde la caída de Pérez Jiménez hasta nuestros días, ninguna intentona militar ha podido cumplir con sus objetivos. No pudo Chávez y tampoco Carmona. La salida de fuerza es el error. Tampoco María Corina tendrá éxito o cualquiera otro que insista en tratar de llegar al poder por la vía de la fuerza.
No hay otro camino que el electoral. Lo triste es que eso, después de 24 años de errores, todavía no está claro. El sector más radicalizado de oposición insiste en poner objeciones a la participación del CNE en las primarias. Ni siquiera se reconoce que Enrique Márquez y Roberto Picón han sido de los mejores rectores en el organismo.
Luego, hay mucha incoherencia en el tema de la AN 2015. El Interinato fue sustituido por una nueva directiva que en vez de desaparecer la dualidad institucional sigue como si se mantuviera la misma política. Hasta se solicitó 50 millones de dólares para su presupuesto mientras en Venezuela los salarios son milimétricos.
Guaidó no es el único responsable de la derrota. Es insólito que la AN 2015 siga funcionando mientras Manuel Rosales, Carlos Prosperi o Henrique Capriles han manifestado estar en contra de las sanciones. Cuando se habla de la reinstitunalización como un mecanismo para superar la crisis.
Dos caras
Hay mucha ambigüedad en la Plataforma Unitaria. Parece que no han superado la prueba. La insistencia de varios candidatos a en sacar de las primarias al CNE reflejan que se sigue desconfiando en el poder del voto, que el fantasma de la abstención todavía vive y en cualquier momento lo sacan del closet.
El escándalo de Monómeros y el que está a punto de explotar con Citgo le han hecho un terrible daño a la oposición. La hicieron ver como corrupta y eso se refleja en la calle y en las encuestas. Hay hastío hacia el liderazgo tradicional, llámese G4 o Alianza Democrática.
Es más que probable que el escándalo de PDVSA, aún con el diseño que el gobierno ha puesto en practica, el recurso de las bragas naranjas y las numerosas detenciones, el rechazo a los políticos siga creciendo.
Todo parece indicar que además de la corruptela, Tareck El Aissami tenía un partido dentro del gobierno y sus propios planes por si se le presentaba la oportunidad.
Correcciones necesarias
El regreso a la ruta electoral no es suficiente. Hace falta un giro en la manera de hacer política. Priorizar al sector popular como el actor principal de una nueva narrativa democrática. La defensa de la soberanía debe estar clara. La patria es sagrada.
El Embajador Story
La semana pasada circuló un video del embajador americano en que llamaba a votar en las primarias. También invitaba a que los votantes hicieran su propio 1X10. Habló hasta de los “alacranes” como si fuera un opositor radical cualquiera.
El señor Story hace esa tipo de pronunciamientos aún cuando constituyen una clara intervención de su país en nuestros asuntos internos. Y no es que el no lo sepa. Al contrario, el embajador está claro. Siente que tiene una enorme audiencia que más bien saludan y respalda todos sus excesos.
Cuando Guaidó, en la sede de la OEA en las Mercedes, señaló que estaba dispuesto a asumir el vacío generado por la AN2015 al desconocer a Maduro, lo que le dio fuerza a su postura no fue el tono o el contenido de su intervención, fue el respaldo inmediato que le dio el gobierno americano a su declaración.
La confrontación, el odio que desató la pelea entre el gobierno y la oposición por el poder ha hecho posible que un sector minoritario del país respalde posturas como las del embajador Story. Más de 750 mil venezolanos viven en EE.UU.. En las pasadas elecciones, los que tenían derecho a votar en el Estado de Florida, la gran mayoría lo hizo por Trump.
Anticuerpos
Una de las herencias que dejó Chávez fue la consigan “leales siempre traidores nunca”. Ese discurso repetido millones de veces en todos estos años funciona como una especie de anti cuerpo en el sentimiento popular.
Aún con la dramática situación económica que vive el país, los sectores que respaldaron a Chávez y que hoy se distancian del gobierno de Maduro, ese franja equivalente a un 50% del electorado, se niegan a votar por la oposición. No ven claro su concepto de soberanía.
Lo interesante de la candidatura del Conde del Guácharo es que revela que se le puede llegar a las grandes mayorías si en la narrativa hay una intención incluyente. Si la propaganda y los discursos revelan afecto, solidaridad hacia los más pobres.
Pero, Benjamín Rausseo anda metido en las redes y en ese segmento lo que recibe es plomo parejo. La web genera burbujas y en el caso venezolanos la oposición vive prisionera en una de ellas. Basta con detenerse un momento a revisar el celular para visualizarlo. La oposición no sale de las descalificaciones a sí misma. En Instagram o en Tik Tok hay una guerra súper invasiva que espanta.
Hay demasiado ruido, candidatos y dirigentes diciendo cada uno un discurso distinto. Con temas del pasado o pasando facturas. En los focus group se registra que la mayoría de los venezolanos no entiende lo que significa la palabra transición o legitimidad. Tampoco andan pendientes de la unidad, de las primarias o del Consenso.
Cito a Luis Vicente León: “las encuestas revelan que las candidaturas de la oposición son liliputienses. La gente habla de fenómenos electorales como si estos actores tuvieran grandes potencias. Esta es una batalla de liliputienses. María Corina tiene 13 por ciento de disposición del voto; el Conde tiene 12 por ciento; Rosales llega al 9 por ciento y Capriles, 7 por ciento. Todos están muy cerca, pero todos son chiquitos”.
El gueto
La burbuja hace creer al que vive en ella que su mundo es el único y el verdadero. Los demás no tiene la razón. Esa óptica impide ver lo que está ocurriendo con la política. La mesa está servida para que un liderazgo diferente, aquel que invierta la ecuación y en vez de preocuparse por la minoría en que vive, lo haga por el 70% que anda pendiente de sobrevivir, se apropie de todo.
El rechazo al aumento salarial anunciado por el presidente Nicolás Maduro no solo se evidenció en la propia concentración oficial del 1 de Mayo según un video que rueda en las redes.
Las correcciones inmediatas que hizo el ejecutivo con la inclusión de los pensionados y jubilados en el aumento demuestra que en la data que maneja el gobierno se debe haber reflejado un rechazo muy alto.
Se le pide mucho a un país herido. La situación económica, los escándalos de corrupción, el fracaso de las negociaciones, el salario bajo, la inflación, todas esos obstáculos, el hecho de que las cosas empeoren, deben producir una reflexión urgente en el liderazgo. Sobre todo en quienes tienen las responsabilidades de las negociaciones. No pueden seguir ignorando las señales que los venezolanos les están mandando y seguir en lo mismo.