El creciente repudio al régimen de Nicolás Maduro ha tomado fuerza en los últimos años, convirtiéndose en una bola de nieve que amenaza con barrerlo en las próximas elecciones presidenciales de 2024. Sin embargo, este rechazo ha sido desestimado por la cúpula política opositora, sumida en un un irresponsable divisionismo. Actitud que favorece al régimen que aún cuenta con margen de maniobra gracias al control que ejerce sobre todos los poderes públicos y al deterioro institucional de la Fuerza Armada Nacional.
No obstante, la cuesta para mantenerse en el poder se volverá más empinada si el régimen no logra conseguir los recursos financieros necesarios para paliar los severos efectos de la crisis económica. Hasta ahora, sus decisiones de liberalización parcial de la economía no han mostrado capacidad para resolver esta situación. Y será casi imposible remontar esta cuesta si desde la oposición, especialmente desde la sociedad civil, dada la perdida de prestigio de la cúpula opositora, se logre levantar desde la sociedad civil con el acompañamiento de los actores políticos, una candidatura alternativa un programa político conveniente para la victoria opositora, incluso, de conveniencia para el propio gobierno de salida, y que asegure la estabilidad política necesaria para atraer inversiones y levantar la productividad, generando bienestar, paz y libertad para todos los venezolanos.
Veamos ahora los datos. La reciente encuesta de Delfhos, realizada en junio de 2023, refleja que un 91,4% de los venezolanos se autodefinen como antimaduristas. Si incluimos a aquellos que se consideran «chavistas descontentos con Maduro», esta cifra se reduce a tan solo un 9,4% de «chavistas resteado con Maduro». Estas proporciones se moderan ligeramente cuando se les pregunta a los venezolanos sobre la necesidad de un cambio político, con un 85,2% que considera este cambio como necesario o muy necesario, frente a un 14,8% que lo ve como «no muy necesario» o simplemente no sabe.
Pero los datos se vuelven aún más evidentes cuando analizamos la popularidad del régimen dentro del llamado «chavismo duro», que se puede equiparar a los «chavistas resteado con Maduro». Un 24,3% de estos chavistas cree en la necesidad de un cambio de gobierno, dividiéndose en un 20% que lo considera «muy necesario» y un 4,3% que lo ve como «necesario».
La lamentable división en la cúpula opositora contrasta con la creciente conciencia ciudadana de que «nosotros mismos, todos nosotros» (60,6%) o «los ciudadanos, la gente» (30%) tenemos la capacidad real para lograr un cambio político. Esta conciencia se refleja en el considerable aumento de la disposición a protestar entre junio de 2022 y junio de 2023: un 21,3% contra el gobierno en junio de 2022, frente al 32,7% en junio de 2023; un 36,8% por agua, luz, gas y gasolina en junio de 2022, frente al 46,7% en junio de 2023; un 39% por derechos laborales en junio de 2022, frente al 44,1% en junio de 2023; además de 46,8% dispuesto a protestar por el alto costo de la vida en junio de 2023.
Estos datos demuestran claramente el deterioro de la popularidad del régimen y la creciente voluntad de cambio por parte de los venezolanos. Sin embargo, es fundamental que la oposición deje de lado sus diferencias y trabaje en conjunto para presentar una alternativa política sólida y convincente. Solo así se podrá aprovechar este creciente repudio y lograr un cambio político que traiga estabilidad, bienestar, paz y libertad para todos los venezolanos.