El largometraje del director Santiago Mitre “1985” fue nominado al Oscar de este año como mejor película Internacional. No ganó pero, es una historia bien contada y muy nutritiva.
La cinta trata sobre el juicio a los militares argentinos que tomaron el poder desde 1976 hasta la victoria electoral de Raúl Alfonsín en diciembre de 1983.
A sólo un año del regreso a la democracia, 9 de las principales figuras de las juntas de gobierno de las dictaduras que gobernaron Argentina después del golpe de estado contra Isabel Perón, fueron sometidos a juicios, acusados por la fiscalía de la desaparición y muerte de más de 30 mil personas.
El general Jorge Rafael Videla, presidente de facto desde 1976 hasta 1981, murió en la cárcel de un paro cardíaco. Fue condenado a Cadena perpetua al igual que su compinche el almirante Emilio Massera.
De los 9 militares que fueron sometidos a juicio, 5 fueron absueltos, entre ellos el dictador Leopoldo Galtieri, famoso y todavía recordado por la guerra de las Malvinas.
Huecos institucionales
Vi la película este fin de semana y me puso a pensar sobre el tema de las instituciones y de cómo los argentinos pudieron estabilizar la democracia en medio de una enorme fragilidad.
Aunque no es el mismo caso, la relación con Venezuela se apareció por el tema del robo gigantesco a PDVSA que lleva para este momento casi 160 personas detenidas o en proceso de investigación.
Este episodio revela la fragilidad de nuestras instituciones, la falta de contrapesos, de controles, que es al final lo que permite que se repita, una y otra vez, el denigrante fenómeno de la corrupción.
Como el petróleo tiene que venderse guillado, entre tantas alcabalas y comisiones, es mucho lo que se pierde en el camino. Esa situación podría indicar que la culpa del robo de 3 mil millones de dólares es un efecto directo de las sanciones. Pero, también ocurrió algo parecido en la gestión de Rafael Ramírez y para aquella época no había ese tipo de medida de los americanos contra Venezuela.
Sin controles
En estos años de revolución se han sometido los poderes públicos al control de Miraflores perdiendo, por esa vía, parte importante de su autonomía.
Sin entrar a discutir los razones que dieron origen a la consigna “un sólo gobierno” que puso a los demás poderes a depender del ejecutivo, lo que nos interesa destacar es que las instituciones que ya eran inestables pasaron a peor.
El concentrar todo el poder de decisión en la presidencia, más de lo que ya tenia, en vez de superar la vieja crisis del Estado venezolano se profundizó.
Cuando nos liberamos del yugo español sustituimos al rey por la figura del presidente. La constitución de Bolivia en homenaje al Libertador así lo demuestra. La República nació con plomo en el ala.
Luego el Estado venezolano que conocemos hoy aparece tardío en la historia, con Guzmán Blanco y sobre todo con Gómez.
Simplificando, los poderes públicos en la constitución de la República siempre han estado sujeto al enorme poder del presidente y de allí la permanente crisis institucional.
Para logra un Estado moderno que garantice el cumplimiento de las leyes y nos lleve al desarrollo, es necesario generar contrapesos a semejante desequilibrio. Ese desequilibrio constituye un atraso más que una fortaleza.
El hecho que hayamos tenido tantas constituyentes tiene que ver con este tema. Cada nuevo presidente se diseña un esquema de leyes adecuado a su personalidad. Los Americanos sólo han tenido una constitución y de allí su éxito como nación.
Vestidos de naranja
Volviendo al tema de la corrupción, la verdad es que no recuerdo en Venezuela ni en algún otro país cercano tanta gente detenida por problemas de corrupción. Eso pudiera ser aleccionador. Un ejemplo duro e intimidante para los pillos y sus bandas de aliados.
La imagen de todo esos delincuentes vestidos de naranja, seguro quedó grabada en nuestro inconsciente colectivo para la eternidad.
Sin embargo, si no se corrige el problema de fondo, habiendo tanto dinero en juego en el negocio petrolero sobre todo, lo más probable es que la corrupción vuelva a aparecer cuando amaine la tempestad y las aguas vuelvan a su curso.
Un buen ejemplo
En la película “1985” hay unos datos que pudieran servirnos para enmendar el capote. Aún cuando la democracia Argentina era frágil en el momento en que se realizó el juicio a los militares, la decisión de hacer justicia, de castigar tanto abuso, contribuyó a consolidar la institucionalidad y por esa vía a que los recurrentes golpes de Estado desaparecieran de la agenda política hasta el día de hoy.
Los militares sureños se revelaron contra la constitución argumentando que la guerrilla comunista constituía una amenaza contra la vida de los argentinos. Bajo ese pretexto, la búsqueda de información se convirtió en tortura, en algo peor de lo que se quería combatir.
En el momento en que la nación, las instituciones del Estado, asumen el riesgo de evitar la impunidad de tanto crimen, el resultado es que pese a la crisis económica y demás problemas políticos que ha vivido la Argentina todos estos años, su democracia se ha ido fortaleciendo.
En la Argentina la alternabilidad funciona. El voto decide quién manda y no la violencia. Aún en situaciones de crisis económica aguda han cambiado de presidente varías veces en poco tiempo y la institucionalidad lo ha aguantado.
El gobierno tiene una oportunidad hoy para corregir el tema de las instituciones. Apoyarse en ellas para que quienes se robaron el dinero que tanto falta hace para hospitales, escuelas, comida, etc, respondan por sus delitos y ya no vuelvan a ocurrir hechos similares porqué se han establecido controles al manejo de los recursos públicos.
Turno al bate
La AN debe ejercer su función contralora e interpelar al ministro, al diputado, al juez, al alcalde y demás funcionarios públicos de alto rango implicados en este bochornoso episodio. El parlamento debe contribuir, con su estructura, a que la opinión pública conozca los hechos y donde estuvieron las fallas que hicieron posible el desfalco sin que eso signifique afectar la investigación, más bien profundizarla.
Igual, la Contraloría, la Procuraduría y demás instituciones deben trabajar en conjunto para establecer los hechos. Clave el Defensor del Pueblo para que no se violen los derechos humanos de los implicados.
La sociedad civil debe debatir y aportar elementos que ayuden a los parlamentarios a modificar cualquier deficiencia en las leyes que faciliten la corrupción. Es mucho lo que se puede hacer si el propio ejecutivo convoca al país para enfrentar este flagelo.
La corrupción no tiene ideología
Hay en la corrupción también un problema de perversión moral. El prestigio de la política como servicio público también está en juego. No sólo hay pillos exclusivamente en el oficialismo. Estamos en la obligación, como nación, de investigar lo ocurrido con los recursos del Estado en el exterior que ha manejado el Interinato y la AN electa en 2015.
En una entrevista radial del periodista Mario Villegas, el dirigente de AD-Ramos, el exdiputado Luis Aquiles Moreno denunció que el robo en Monómeros es apenas una detallito comparado con lo ocurrido en Citgo.
Es más que triste el papel de la directiva de la AN 2015 solicitando un presupuesto de 50 millones de dólares para su funcionamiento en medio de estos escándalos que sacuden el país. Cuando la gente no tiene ni con qué comer.
El tema de las instituciones pasa también por superar la dualidad de poderes que se estableció con el Interinato. Toda esa política de generar más crisis para tumbar al gobierno, ya sea por un golpe de estado o una invasión, tiene que culminar en un proceso que permita profundizar la democracia y el voto como único camino para dirimir las diferencias.
Colombia amiga
La propuesta de Petro para ayudar a que la continuidad de las negociaciones culminen en varios acuerdos que garanticen que las libertades públicas, los derechos humanos e igualmente que el derecho al voto tenga las máximas garantías para su ejercicio, debería ser parte de un compromiso que oposición y gobierno deberían asumir sin facturas ni dudas.
Esta convocatoria, debería servir para culminar toda esta etapa de confrontación que ha vivido el país y que hoy más del 70% de los venezolanos rechaza.
Aquí han venido a ayudar desde el Centro Cárter hasta el Vaticano. Pasando por la OEA, la Unión Europea y los noruegos. Todos han contribuido en algo pero, no se ha logrado un acuerdo definitivo que permita que los venezolanos salgamos de esta crisis en paz, debatiendo nuestras diferencias y fortaleciendo la democracia como esquema de gobierno y convivencia.
Se han ensayado varias fórmulas de acuerdo. Nada está resuelto hasta que todo esté resuelto o nos pongamos de acuerdo en lo que estamos de acuerdo. Ir aprobando punto por punto y hasta terapias de grupo.
Tal vez sea positivo evaluar, no sólo que nos une, también que nos separa; a donde estamos dispuestos a llegar y a donde no; cuáles son las ideas que nos definen y las contradicciones más duras. Tal vez por allí aprendamos a respetarnos.
El país ha cambiado
Se trata de entender la diversidad que es la Venezuela de hoy. Camino al 2024 todas estos temas son parte de un debate necesario. La voluntad política tiene que aparecer.
Recordemos que apenas regresó la democracia a nuestro país, una vez derrotada la dictadura, los gobiernos de Betancourt y Leoni tuvieron que enfrentar la conspiración del perezjimenismo que aún quedaba en nuestra Fuerza Armada y la insurrección de la izquierda revolucionaria.
Betancourt allanó la inmunidad de los diputados comunistas e ilegalizó al PCV y al MIR. Durante los primeros años de la democracia hubo mucha agitación. El Porteñazo, el Carupanazo, Machurucuto, el atentado de Trujillo y en consecuencia muchos detenidos, presos y desaparecidos.
El argumento era que el gobierno estaba defendiéndose para que no lo tumbaran. Algo así ha ocurrido en estos años con Chávez y Maduro. Los perseguidos de ayer son los perseguidores de hoy y siempre bajo el mismo argumento.
En estos 24 años de revolución ha pasado de todo. Golpe de estado, paro petrolero, drones, sanciones y pare de contar.
Una oportunidad
Este tema de la corrupción y las instituciones debería servirnos para reflexionar sobre una historia llena de conflictos, sobre una crisis estructural que nos persigue.
Cuando uno revisa el caso el caso del Esequibo, las razones por las que muchos de nuestros presidentes esquivaron, o le dieron largas al reclamo sobre lo que fue a todas luces un descarado despojo, descubriremos que ese dejar pasar se relaciona con la inestabilidad histórica en la que hemos vivido.
Mientras estábamos todavía curándonos las heridas de la guerra de independencia, el colonialismo inglés se aprovechó de nuestra debilidad militar para robarnos parte importante de nuestro territorio. Ocurrió igual en los años de las montoneras y los caudillos, de las guerras federales, libertadoras, amarillas y de todos colores que sufrimos.
Con Caldera o con Chávez también privó la conflictividad interna. El primero vivió momentos difíciles con Colombia y el segundo un golpe de Estado que lo debilitó y casi le cuesta el poder.
Ya tenemos suficiente historia cómo para comprender que la inestabilidad institucional debe quedar en el pasado. La Venezuela en crisis, sancionada y dividida debe algún día avanzar hacia una democracia sólida y productiva, hacia un estado moderno cuyo principal norte sea el desarrollo.
Cuando el rio suena…
La era digital ha logrado cambiar los conceptos de vida que tenemos cada uno de nosotros. Ideologías rígidas, conceptos religiosos inmodificables, la sexualidad, la impunidad, todo se ha movido El cambio ocurre pese al miedo que genera lo nuevo en las mentes más conservadoras.
Las encuestas describen un país en movimiento. 70% rechaza el conflicto, no cree en los políticos tradicionales y quiere soluciones a sus problemas. Es más que probable que los recientes casos de corrupción, sus dimensiones, hayan generado mayor inconformidad y más hastío.
Los números de María Corina y Benjamín Rausseo son señales claras que el liderazgo en la oposición está mutando. La señora Machado es algo así con el último Mohicano. La batalla final de los radicales y del esquema de las salidas de fuerza por el poder. El Conde representa una novedad en la oposición, el protagonismo de lo popular.
Falta demasiado tiempo para limitar la escena a estas dos opciones. Puede que la polarización que observamos entre ambos culmine con las primarias y en vez de generar un único candidato abra juego para otras propuestas. Para un discurso más parecido a la emocionalidad, a lo que los venezolanos sienten a medida que la crisis se va poniendo más fea.
El gobierno está todavía más obligado a renovarse. El mayor desencanto está entre sus filas. De ese 70% que rechaza el liderazgo, el 50% de ellos eran electores de la revolución.
La misma crisis
Esta crisis histórica produjo a Chávez. Esa misma crisis puede producir, camino al 2024, un nuevo tipo de líder. Todo depende de cómo el liderazgo tradicional, que viene en caída libre y sin frenos, asuma lo que se le viene encima.
“Bochinche, bochinche. Este país es puro bochinche” dijo una vez Francisco De Miranda. La original frase se convirtió en especie de maldición que perdura hasta el día de hoy. El nuevo presidente será el que nos garantice mayor estabilidad y confianza, el que más nos emocione. Aquel que veamos capaz de acabar con esta historia de crisis.