abril2 , 2025

    Leopoldo López: Nosotros transitamos todos los caminos y hemos sido exitosos

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    El líder de Voluntad Popular ofreció una entrevista al diario argentino La Nación, donde conversó sobre su visión del país y su situación actual desde el exilio.

    A continuación parte de la entrevista:

    Esta es la realidad de Venezuela.

    –Es imposible entender mi país si no se entiende que Venezuela está tomada por una estructura criminal que tiene vínculos con el narcotráfico, con las FARC, el ELN [Ejército de Liberación Nacional], Hezbollah, y que transa de manera totalmente opaca el petróleo y el contrabando. Siento muchas veces que hay analistas, periodistas, diplomáticos que se niegan a asomarse a este precipicio. Lo que está pasando en Ecuador es una consecuencia de estas redes, del cartel de Sinaloa, de los grupos del narcotráfico de Colombia, los grupos que están en el Perú que se han venido apoderando del territorio ecuatoriano, que ahora explotó. El problema es complejo, pero hay que comenzar por asumirlo.

    –¿Cuáles serían las medidas inmediatas que podemos tomar desde la política y desde la sociedad civil?

    –En estos momentos la Argentina tiene en manos de los ciudadanos el destino del país a través de unas elecciones. La gente que todavía vive en países democráticos con la oportunidad de votar no sabe el privilegio que tiene. Cuando lo pierden ya es tarde. Nosotros lo perdimos en Venezuela. Nosotros luchamos. Hemos sido miles los que hemos ido a la cárcel. Han sido miles los asesinados por el sueño de tener unas elecciones como las que tuvo Brasil o Costa Rica o Colombia. En Venezuela tenemos una mayoría que desde hace más de quince años quiere salir del régimen de Chávez y de Maduro. El problema no es de opinión pública, sino que no tenemos posibilidad de elección.

    –¿De qué modo puede revertirse este estado de cosas?

    –Tenemos que buscar los caminos que permitan romper las cadenas de la opresión y lograr el tránsito a la democracia y la libertad. Soy de la opinión de transitar ese camino por la vía electoral, la vía pacífica, la de las mayorías. Pero tenemos que entender que estamos enfrentando la salida de una autocracia cuya esencia es mantenerse en el poder reprimiendo las voces, las libertades y la capacidad de asociación.

    –¿Cuál cree que fue el error de la oposición política en Venezuela durante este proceso? ¿Hay algo que hoy recomendaría hacer de otra manera?

    –Haber subestimado el problema que enfrentamos es la mayor lección. Nosotros transitamos todos los caminos y hemos sido exitosos. Logramos ganar la Asamblea Nacional con dos tercios en 2015 y pensábamos que, desde ese espacio institucional, constitucional, con apoyo internacional, se iba a lograr la transición a la democracia. Pero la dictadura desmanteló la Asamblea. Nos dimos cuenta de que el apoyo internacional que tenía Maduro era más decidido que el que teníamos nosotros. Rusia, China, Turquía, Irán, Cuba, Bielorrusia, las FARC, el ELN, apoyan de manera mucho más decidida de la que nos apoya a nosotros el mundo libre. Eso también lo subestimamos.

    «Estoy en el exilio porque no tengo opción. Salí de mi país en contra mi voluntad. Me quedé siete años en la cárcel, siendo coherente con esa posición»

    Leopoldo López en entrevista a La Nación

    –¿Y en qué medida las divisiones internas han debilitado a la oposición?

    –Hemos sido muchas veces criticados, a veces con razón, de falta de unidad. Pero si observamos la realidad de otros movimientos que están enfrentando las autocracias, el movimiento democrático de Venezuela ha estado por encima de promedio. En los momentos en que hemos tenido que estar unidos, lo hemos estado. Estuvimos unidos en 2012, cuando tuvimos un solo candidato presidencial; en 2013 y también en 2015, cuando ganamos dos tercios de la Asamblea. Y en 2014 y 2017, cuando salimos a protestar todos juntos. En 2019, todos los factores apoyaron el gobierno interino de Juan Guaidó. Hemos estado a la altura, pero enfrentamos un enemigo formidable que utiliza la represión, la muerte, el encarcelamiento, el asesinato moral, la manipulación de la verdad, el ataque permanente en todos los ámbitos a quienes son voces de la disidencia.

    –La coalición opositora hará en octubre sus primarias, de cara a la elecciones del año que viene. ¿Quién tiene posibilidades en Venezuela en estos comicios?

    –Tiene posibilidad la unidad, la sensatez, el coraje, la vocación de lucha. Tienen posibilidad quienes estén buscando salir de la dictadura, que va a torpedear las primarias como ya lo ha hecho en elecciones en que ha inhabilitado candidatos, ilegalizado o comprado partidos políticos, generado miedo. Pero soy un eterno optimista porque llevo en esta lucha desde el primer día y sé que en el camino a la libertad hay ciclos. En estos momentos estamos saliendo de un ciclo de tristeza, de dispersión y estamos entrando en un ciclo de articulación y de cohesión.

    –¿Cómo vivió el paso de ser uno de los alcaldes más exitosos y una figura promisoria en el proceso de reconciliación en Venezuela a la pérdida de popularidad y este exilio en España?

    –Son realidades. Estoy en el exilio porque no tengo opción. Salí de mi país en contra mi voluntad. Me quedé siete años en la cárcel, siendo coherente con esa posición. Pero a pesar de estar en el exilio sigo a diario vinculado con Venezuela. Llevo veinte años sin poder presentarme a elección popular. Fui el primer inhabilitado en 2008, no pude presentarme a la contienda que iba a ganar de la alcaldía metropolitana en las elecciones de 2012. Me ha tocado apoyar a otros candidatos. Hoy estoy apoyando plenamente el proceso de primarias que se está dando en Venezuela. Decidí también abrir camino en la unión de los movimientos que están en situaciones similares. Cuba, Nicaragua, Bolivia y Venezuela son países con una dinámica muy parecida, pero no había un espacio de comunicación, y mucho menos a nivel global. Me he dedicado este último año y medio a montar la alianza World Liberty Congress (Congreso Mundial por la Libertad). Tuvimos nuestro primer encuentro el año pasado en Lituania con doscientos líderes de 44 países y vamos a hacer un segundo encuentro este año. La intención es plantear que es un problema global que requiere solidaridad global.

    –¿Qué extraña de Venezuela?

    –Lo que más extraño es recorrer mi país. Soy de Caracas, pero la vida política me llevó a conocer Venezuela. Extraño esos recorridos y palpar lo que está ocurriendo en mi país por los testimonios de la gente, por sus aspiraciones, sus frustraciones, sus sueños. Extraño una buena arepa, una buena cachapa, aunque una de las cosas positivas de esta migración masiva es que estamos compartiendo con el mundo la cocina venezolana.

    –No puedo dejar de preguntar por ese enorme costo personal que ha tenido esa lucha, ¿Cómo se lleva la vida cuando lo público arrasa con lo privado?

    –Para mi familia y mi gente más cercana fue un proceso difícil. Fueron siete años de cárcel, de estar sometido a distintos tipos de maltratos y torturas. Estuve en prisión domiciliaria un año y medio y ese fue uno de los peores procesos porque mi familia también estaba en la cárcel. Lo llevamos y lo seguimos llevando con un profundo sentido de humildad, primero, y segundo, de propósito. Siempre lo hablaba con mi esposa Lilian [Tintori], mi gran compañera en todo este proceso, que asumíamos lo que nos tocaba sin pedir nada a cambio. Creo que parte del problema es que a veces uno piensa que la gente te debe algo por tu sacrificio. No. Nadie te debe nada. Cada quien toma sus decisiones. Yo tomé mis decisiones en familia y decidí entregarme a la cárcel cuando vi una orden de captura y me condenaron a catorce años. Eso aligera un poco la manera de llevar esto porque, al final, todo el mundo en la vida tiene problemas.

    –¿Dónde busca apoyo espiritual?

    –La lucha por la libertad se da en distintos terrenos. A nivel personal es una lucha que se tiene que dar hasta lo espiritual. Soy católico, pero como muchos en América Latina. Fui bautizado, de pequeño iba a misa con mi familia, tenía todo eso en la mochila y la cárcel me dio la oportunidad de crecer espiritualmente. Había leído sobre experiencias de quienes habían pasado por la prisión, tanto líderes venezolanos como los gigantes históricos Nelson Mandela, Martin Luther King, Gandhi. Todos hablaban de la rutina y desde el primer día en la cárcel monté mi rutina. Rezaba todos los días y ejercitaba mi cabeza leyendo, escribiendo, dibujando, meditando. Y, tercero, hacía ejercicio físico. Estaba en una celda bastante pequeña, pero podía hacer esas tres cosas. Tuve la oportunidad de hacer los ejercicios espirituales de san Ignacio, que fue una experiencia maravillosa. No los hice completos, porque eso requiere un guía espiritual, pero tenía un buen libro que me permitió hacerlo. En 2015 hice una huelga de hambre por 28 días y ese fue el momento de mi vida de mayor intensidad espiritual. A pesar de que perdí 14 kilos, lo recuerdo como un momento de luz, de mucha inspiración y fortaleza. Las religiones buscan esa introspección que te lleva a confrontarte contigo. Eso a mí me ayudó mucho. Le rezaba a Dios todos los días, primero dándole gracias por todo lo que me ha dado en la vida y segundo, pidiéndole foco y propósito. La vida y la felicidad es eso: tener propósito.

    Puede leer la entrevista completa aquí.

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