Los partidos políticos italianos con representación parlamentaria comenzaron el viernes negociaciones en las que se juega el futuro del gobierno de Mario Draghi, cuya renuncia el jueves tras perder el apoyo de sus socios del Movimiento 5 Estrellas fue rechazada por el presidente Sergio Mattarella.
Draghi, que tiene programado un viaje oficial al exterior a Argelia el lunes y martes, deberá comparecer la próxima semana ante el Parlamento para dar cuenta de la situación política tras haber perdido el apoyo de un partido de la coalición, como fue solicitado por el presidente.
El primer ministro renunció a su cargo la noche del jueves después de que el Movimiento 5 Estrellas (M5E, antisistema), miembro de la coalición, se abstuviera de votar una moción de confianza sobre un decreto-ley clave, el cual considera contrario a sus principios.
Las negociaciones para formar una nueva mayoría de gobierno y evitar elecciones anticipadas ocuparán el fin de semana ya que los escenarios y posibilidades son muy variados.
Para muchos observadores es posible que Draghi acepte un segundo mandato con una mayoría distinta, sin M5E, lo que tendría consecuencias políticas, ya que excluiría al vencedor de las elecciones legislativas de 2018 con el 32% de los votos.
Por ahora nada se ha filtrado sobre la posición de los antisistema, que han dejado la puerta abierta al diálogo para recomponer el gobierno de unidad, pero al mismo tiempo tienen la tentación de abandonar el Ejecutivo.
“Discutimos, tomamos nota de la renuncia de Draghi y seguiremos discutiendo”, adelantó su líder, Giuseppe Conte.
Por su parte, el Partido Democrático (PD, izquierda), entre los principales miembros de la coalición que apoya a Draghi, se comprometió a trabajar por una salida rápida.
“Nos quedan cinco días para que el Parlamento confirme la confianza al ejecutivo de Draghi y para que Italia salga de este dramático momento”, escribió su líder Enrico Letta, en Twitter.
Según un sondeo de Demopolis divulgado este viernes, el 65% de los italianos desean que Draghi permanezca como jefe de gobierno hasta el término de la legislatura en el 2023.
El mayor temor para los partidos de izquierda y centro es que se adelanten de seis meses las elecciones legislativas, ya que casi todos los sondeos dan como favoritos a la derecha y a la extrema derecha.
Sin embargo, la derecha titubea, porque está ante todo dividida.
Los partidos Forza Italia, de Silvio Berlusconi y la Liga, de Matteo Salvini, los dos miembros de la coalición gubernamental, tienen dificultades para explicar las razones para retirar su apoyo a Draghi en un momento delicado para el país debido al aumento de la inflación, la nueva ola de covid y las consecuencias de la guerra en Ucrania.
La gran beneficiada en cambio sería la líder de extrema derecha Georgia Meloni, de Fratelli d’Italia (Hermanos de Italia), quien se ha mantenido siempre en la oposición, conquistando así un histórico 25% de las simpatías del electorado, según los sondeos.
Pero la actual ley electoral la obliga a presentarse en coalición con las otras formaciones de derecha que apoyan actualmente a Draghi.
Aunque el ultraderechista Salvini reclama el adelanto de las elecciones, Silvio Berlusconi se limitó a manifestar su preocupación por la situación económica y social del país.
La crisis abierta en el Gobierno italiano también ha llevado a que el diferencial entre el rendimiento exigido al bono italiano a diez años y el ‘bund’, la referencia alemana equivalente, se ampliara hasta máximos desde mediados del pasado mes de junio.
Así, la primera de riesgo ofrecida a los inversores por los bonos italianos respecto del ‘bund’ ha llegado a tocar este viernes los 230 puntos básicos, lo que supone el ‘spread’ más amplio entre las dos referencias desde mediados de junio, aunque tras el cierre de mercados en el Viejo Continente el diferencial se relejaba hasta los 223 puntos básicos.
No obstante, el interés exigido en el mercado secundario a los bonos italianos con vencimiento a diez años, que llegaba a alcanzar este viernes el 3,391 por ciento, aún se mantiene lejos de los niveles superiores al cuatro por ciento registrados hace un mes, antes del anuncio por parte del Banco Central Europeo (BCE) de que estaba acelerando el diseño de un mecanismo antifragmentación para facilitar la transmisión de su política monetaria.